Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Cada gesto suyo era pura maestría y sofisticación técnica, él orquestaba el juego con fuego interior. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como pinceladas https://idaoiwi973609.theobloggers.com/45059444/la-verdad-detrás-del-cabezazo-de-zidane